Alejandro Cavero viene impulsando un proyecto de unión civil en el Congreso. Lo impulsó en silencio, bajita la mano. Seguro porque sabe que estos temas en Perú tienen que hablarse en voz baja. O tal vez porque sabe que el movimiento de derechos humanos peruano, incluido el colectivo LGBTIQ+, lo detesta después de su informe sobre el caso de Inti y Bryan. Quizás ambas cosas. Lo cierto (¿lo triste?) es que la estrategia de la puerta cerrada le dio resultados aparentes. Su proyecto de ley de unión civil (1803/2022–CR) ya tiene un dictamen de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos y, si todo sale bien, tendría que llegar al Pleno.
Me siento ambivalente frente al dictamen de unión civil aprobado, pues de una parte lo pragmático me señala que mejor esto a no tener nada e intentemos no despertar a los dinosaurios que si hacemos mucha bulla se puede caer todo. De otro lado, mi activismo me exige sentar algunas posiciones y críticas frente al dictamen por lo tibio. ¿Cuál es el balance? Hace unos años, cuando se discutió un proyecto similar, el excongresista de Belaunde señalaba la necesidad de que el Estado peruano pida disculpas a las personas LGBTIQ+ por los años de invisibilización y marginalización. ¿Esta era la disculpa que estábamos esperando? Espero que no. Sin embargo, como integrante del Consejo Directivo de Presente, y conociendo de primera mano tantas historias de dificultades de las familias LGBTIQ+ con la falta de reconocimiento estatal de nuestras uniones en diferentes planos de la vida civil, plantearé tres comentarios sobre la participación, la fundamentación y el contenido desde los derechos humanos
La participación:
La participación ciudadana es un derecho humano, no es una estrategia política. La participación ciudadana debe plantearse de buena fe, para el debate amplio y no, esperando que pase caleta para que las aguas se mantengan calmadas. Un proyecto de ley que no pasa por el tamiz de la opinión pública y de la sociedad civil pierde muchísimo de la realidad.. Un proyecto de ley de escritorio nunca superará a una norma que sea el resultado de un proceso de participación ciudadana. Sí, es cierto que actuar por propia cuenta al menos parece que ha sido más efectivo esta vez, pero se me hace inevitable pensar en la oportunidad perdida en el debate público desde las personas que aprovecharemos la unión civil. ¿Se fijaron a qué instituciones no universitarias sí consultó la Comisión de Justicia y Derechos Humanos? Dos instituciones. Una de ellas llamada “Population Research Institute”. Googleenlo. Un dato: se autodenomina “provida”. La otra “Centro de Estudios Jurídicos Santo Tomás Moro” que ofrece cursos sobre “Introducciones a la doctrina social de la iglesia”.
La fundamentación:
La fundamentación de un proyecto de ley nos demuestra su consistencia y su necesidad. En este sentido, tanto el proyecto de ley como el dictamen aprobado por la comisión de justicia nos salen debiendo. El proyecto de ley de Cavero más o menos dice que la unión civil es una forma de luchar contra el socialismo porque es una manifestación de la libertad. El dictamen aprobado tiene un poco más de información sobre violencia y la necesidad de inclusión de las personas LGBTIQ+, conectando la protección de nuestras familias por parte del Estado con la lucha contra el prejuicio. En ambos casos la falta de referencia a que nuestros vínculos afectivos forman una familia –como ha reconocido la Corte Interamericana– como el punto central del debate es tangencial. Creo que no hablar del derecho a la familia (¡de todas las familias!) de ser protegidas por el Estado y de que la igualdad en el acceso a la protección es una forma de erradicar la estigmatización contra nuestras orientaciones sexuales e identidades de género y, por ende, es un freno a la violencia, perpetúa el estigma. La protección de nuestras familias tiene sin duda un efecto práctico desde lo patrimonial y civil muy importante, pero nuestro reclamo por una figura de protección tiene también un reclamo político, por la seguridad de nuestras vidas y nuestras familias.
El contenido:
El contenido del dictamen es estándar. De hecho, el proyecto de ley de Cavero era más protector, por ejemplo, al señalar que el RENIEC registraba la unión civil y permitía el cambio del estado civil, y no solo se registraba ante SUNARP. El dictamen neutraliza algunos de los reconocimientos que más asemejan la unión civil con las formas de protección de las familias heterosexuales. El tufo de que la preocupación fundamental aquí es lo patrimonial es autoevidente. No niego los posibles avances de la unión civil a la peruana. El reconocimiento de derechos y obligaciones entre los llamados “convivientes civiles” que incluyen las decisiones médicas de nuestras parejas, la posibilidad de constituir patrimonio compartido, el acceso a la seguridad social y pensiones suena como a un sueño. Es lamentable que no haya ninguna referencia al acceso de nacionalidad o residencia de parejas constituidas con personas que no son del Perú. Ahora bien ¿es un retroceso esta forma de unión civil? Cuando no hay nada, no se puede retroceder. Recordemos que en su Opinión Consultiva 24/17 la Corte Interamericana instó a los Estados a tener figuras jurídicas iguales para proteger a todas las familias bajo su jurisdicción en igualdad de condiciones, aunque entendió que este proceso sociopolítico puede tomar tiempo, encontrando que habían figuras de protección intermedidas que pueden ayudar al proceso de aprobación del matrimonio igualitario en el futuro.
¿Qué se viene? El debate en el pleno. En ese debate se van a referir y burlar de nuestras orientaciones sexuales e identidades de género. Van a decir que estamos enfermos, van a decir con libros sagrados en mano que nuestras familias no son familias, que son pecado. Otros dirán con constitución en mano que nuestras familias no tienen protección del Estado (aunque la constitución no diga eso). En algún momento van a hablar de las enfermedades con las que vivimos, de los virus y las pandemias que nos arrasaron. Dirán que los merecemos. Van a hablar con asco y disgusto de nuestros afectos y de nuestro deseo. Se van a mofar de nuestras cirugías de afirmación de género. Van a decir que exageramos, que si queremos vivir juntos ¿Por qué necesitamos la protección del Estado? Señalarán que hay temas más importantes que aquejan a la nación. Ahí nos tocará estar una vez más. Resilientes y teniéndonos entre nosotros para soportar. Y aquí estará Presente, para afirmar desde todas las tribunas posibles nuestro derecho a la igualdad y a la protección de nuestras familias.
Por Piero Vásquez Agüero
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