Terminé de ver Heartstopper (por primera vez) un lunes en la noche. Me tomó bastante más tiempo de lo habitual quedarme dormido, porque por alguna razón que no terminaba de entender, la serie me generaba un montón de ansiedad. No sólo me conmovía, sino que literalmente sentía la ansiedad en el cuerpo. A la mañana siguiente, como a las 7:30 am, a solas, entré a la página de instagram de Heartstopper, empecé a ver algunas de las historias y publicaciones, y de repente rompí en llanto. Llanto limpio. Sollozos y mocos. 

Era evidente que algo en mí conectó profundamente con la temática de la serie, que es el florecimiento del romance entre dos chicos adolescentes. Esto en un contexto por supuesto muy diferente al de las escuelas de nuestro país, pero finalmente el eje de la narración es el amor y la libertad para expresarlo.

Después de mucho pensarlo, conversarlo y leer los comentarios de otras personas en redes (y de ver la serie de nuevo y de empezar a leer los cómics), entendí que tengo mucho más por reparar con mi yo adolescente de lo que pensé. Tuve el enorme privilegio de no sufrir bullying homofóbico en el colegio, no sólo porque era un colegio pequeño y con una formación relativamente alternativa, sino también porque estaba en el clóset, aunque en el fondo ya tenía muy claro que era gay (lo tuve muy claro desde muy chico). Incluso así, con esa suerte, ver Heartstopper y encontrarme de repente tan movilizado, me hizo reflexionar sobre cómo la vergüenza, el miedo, las mentiras, la represión del absolutamente natural deseo adolescente de enamorarme (lo que en realidad sí pasó, muy a escondidas), me lastimaron de formas más profundas de lo que creía hasta hace unos pocos días. 

A pesar de todo eso, yo me sentí seguro en el colegio y nunca tuve razones para temer ser agredido o violentado por mi orientación sexual o expresión de género. Sin embargo, el 70% de las y los estudiantes LGBTIQ+ de nuestro país sufre de bullying en su escuela y la gran mayoría se siente insegura e inseguro debido a su orientación sexual, identidad de género o expresión de género. Qué alarmante saber que 15 años después de haber salido de una experiencia “amable” del colegio, todavía tengo muchas cosas que seguir reparando conmigo mismo. ¿Cuánto tiempo le toma a una persona que fue víctima de violencia? ¿Qué tan profundo pueden llegar a correr esas heridas? 

Futuro Presente es un proyecto que busca responder con urgencia a la preocupante situación de vulnerabilidad que viven las niñeces y adolescencias LGBTIQ+ en los diferentes espacios educativos de nuestro país. Poder expresarnos y amar libremente es un derecho de todas y todos que la gran mayoría de las veces le es negado a las personas de nuestra comunidad. Es apremiante que docentes, personal escolar y, en general, las y los adultas y adultos que acompañan el desarrollo de niñas, niños y adolescentes LGBTIQ+ cuenten con el conocimiento, herramientas, y actitud necesarias para crear espacios seguros donde todas y todos puedan desarrollarse de forma integral, saludable, y al máximo de sus capacidades. Es igualmente urgente que las escuelas e instituciones educativas tengan la valentía de tomar posturas claras y firmes que respalden sus posiciones a favor de las diversidades, tanto sexuales y de género, como de todas las poblaciones vulnerables. 

Heartstopper me conmovió tanto no sólo porque me enseñó con mucha ternura una experiencia de amor adolescente LGBTIQ+ positiva y saludable, sino también porque me recordó que fui privado de esa posibilidad y me forzó a enfrentarme con un duelo que no sabía que había estado viviendo. Genuinamente espero que de acá a 15 años haya personas LGBTIQ+ como yo que, cuando volteen a ver su adolescencia, no encuentren heridas y duelos por resolver, sino experiencias positivas, cálidas, y de amor libre, y estoy seguro de que iniciativas como Futuro Presente es lo que necesitamos para empezar a construir ese camino. 

(Hora de ir a psicoterapia, amigas y amigos).

Pedro Campos (él)

Coordinador de Futuro Presente. Psicólogo y psicoterapeuta. Con experiencia en el ámbito clínico, educativo, y especialista en diversidad sexual y de género. Licenciado en psicología clínica de la PUCP.